EL PAPEL DE LOS BIENES DEMOCRÁTICOS EN LAS COMUNIDADES DEL BIEN COMÚN

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Nuestro movimiento, la Economía del Bien Común (EBC) ha experimentado una gran progresión desde que C. Felber publicara las bases en 2010. En los últimos años se han creado asociaciones nacionales y regionales, campos de energía y empresas en más de 30 países. Los primeros municipios se han declarado institucionalmente favorables al proceso que promovemos y ya adoptan medidas como incluir el Balance del Bien Común (BBC) en los pliegos de contratación o compra públicas. El 17 de septiembre de 2015 un Dictamen del Comité Económico y Social Europeo (CESE) aprobó con el 84% de los votos impulsar el desarrollo de políticas encaminadas al establecimiento de las medidas emblemáticas de la EBC como modelo de sostenibilidad y de cohesión social, en sus propias palabras, entre ellas, el BBC, instando a la Comisión Europea a tomar el relevo en su impulso, por lo que esperamos directivas europeas al respecto en los próximos tiempos.

Además de prosperar en el ámbito de las empresas y de los municipios, tenemos ahora la oportunidad de avanzar en el ámbito del tercer sector, la sociedad civil, a través de la propuesta que defiende nuestra AFEF-EBC de trabajar conjuntamente y de manera conectada las Comunidades del Bien Común con los Bienes Democráticos. Desde este punto de vista, nuestro foco de atención se sitúa en que una comunidad se orienta al Bien Común cuando, además de promover la compra en comercios EBC, implementar su propio balance (comunitario) o desarrollar un Índice de Calidad de Vida, asume la gestión de aquella parte de los bienes que más directamente se relacionan con la dignidad y los derechos humanos as a commons, es decir, como bienes comunes (o comunitarios), proporcionando las bases materiales para unas condiciones de vida mínimamente y sólo mínima­mente, para no cercenar la economía de mercadoaceptables desde un punto de vista meramente humano. Para delimitar los sectores implicados como bienes democráticos disponemos de cuatro vías:

  1. La vía socio-histórica. Un rápido análisis de las grandes discontinuidades en la evolución humana nos devuelve la aparición de algunos de los sectores: la vivienda conectada a la agroecología (Neolítico); los sistemas de irrigación y gestión del agua (Edad de los Metales: Mesopotamia, Nilo, Indo), el transporte y la energía eléctrica (Revolución Industrial), e internet (Sociedad-Red actual).
  2. La vía económica. Los bienes comunitarios constituyen una forma altamente eficiente de gestión económica, como demuestra la primera mujer ganadora del Nobel de Economía (Ostrom, 2009) y satisfacen necesidades humanas básicas.
  3. La vía política. La democracia en las comunicaciones está desencadenando la democratización acelerada de la economía (economía circular, consumo colaborativo…) y está elevando las exigencias de democracia y transparencia (democracia participativa y directa).
  4. La vía jurídica. En las democracias europeas las constituciones funcionan como un principio de división que genera la categoría de “derecho funda­mental”, que se declara previamente a la puesta en marcha del juego democrático. Los Bienes Democráticos vienen a extender este principio de división al ámbito de la economía pues se declaran con anterioridad a la puesta en marcha del juego del libre cambio, para los bienes más indispensables.

La comunidad, comenzando desde el nivel vecinal hacia los arriba siguientes (barrio, localidad, comarca…), participará así proactivamente, en la gestión de los sectores de la energía y el agua, internet y agro-ecología, en una primera etapa, mediante la cooperación en empresas máximamente democráticas (sociedades cooperativas de bienes democrá­ticos). Nuestras futuras Comunidades del Bien Común son fundamentalmente comunidades resilientes, por cuanto no se encuentran ya en manos de los grandes intereses (grandes empresas) como tampoco dependen de las políticas sociales de las administraciones. Aportamos una metodología práctica con una hoja de ruta concreta construida sobre bases de resiliencia comunitaria generativa.

Este nuevo esquema proporciona las bases para un nuevo “contrato social”, según el cual, la vida humana está provista de dignidad con anterioridad a cualquier otra condición o consideración. Dentro del conjunto de los bienes comunes (o comunales) encontramos los bienes naturales (o ambientales) a proteger; los bienes neutros, que acondicionan la naturaleza a la experiencia humana, como el espacio público de las ciudades; los bienes democráticos, que se gestionan comu­nitariamente para proporcionar la satisfacción del tramo inferior de las necesidades humanas básicas, y los bienes públicos, que cierran el conjunto de los bienes a proteger del interés privado; a continuación, prosigue el vasto océano de los bienes de consumo, gestionados de modo ordinario y según las reglas de mercado.

Nuestra propuesta puede verse como un plan vertebrador de acción a medio plazo, que haga efectivo un rescate ciudadano de largo alcance que pretende sentar las bases de un modelo de gestión para los bienes más indispensables. No podríamos elevar nuestra propuesta a los gobiernos sin contar con el consenso de las personalidades y entidades que han generado las líneas maestras de discurso y acción en nuestro país en los últimos años. Para lograrlo con las mayores garantías hemos de contar con un Panel de Expert@s, que articula la participación de las personalidades y entidades más destacadas en cada uno de estos sectores.

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