Rasgos fundamentales de la EBC (7): los bienes democráticos

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Junto a una mayoría de las pequeñas empresas privadas y a un pequeño número de las grandes empresas de propiedad mixta, tiene que haber en la economía del bien común una tercera categoría de propiedad: propiedad común pública.

En la época de posguerra, el Estado construía y gestionaba carreteras, ferrocarriles, redes eléctricas, suministros de agua y de gas, universidades, colegios, hospitales, servicios de correos, líneas telefónicas («servicios de interés general» o «servicios públicos»). Desde la década de los ochenta este sector público se ha liberalizado y privatizado progresivamente. Es un proceso que actualmente se encuentra en su punto más álgido y frente al cual se están llevando a cabo protestas y desarrollando tendencias contrarias.

La propuesta de la EBC no es regresar a un sistema de servicios públicos tal y como los conocíamos, sino que la población controle y dirija directamente los sectores esenciales de la economía.

Un bien comunal es tradicionalmente un bien colectivo que pertenece a todos. De ahí podrían sacar su inspiración los «modernos» o «democráticos bienes comunales» de trenes o correos, universidades, servicios públicos, guarderías e incluso los bancos. Los propietarios soberanos ejercerían responsabilidad en estos negocios tomando las riendas de la dirección de estas empresas ellos mismos.
Podemos entenderlo mejor con algunos ejemplos que están ya funcionando por distintas partes del mundo:
  • En Sacramento, la capital del estado de California, la compañía suministradora de energía SMUD abastece a 1,5 millones de personas con electricidad; el consejo directivo de la compañía eléctrica se elige democráticamente. Éste tiene por tanto que regirse según las prioridades de la población, lo que logra de manera excelente. SMUD está constantemente a la cabeza de Estados Unidos y bastante por encima de los estándares mínimos legales en California en los temas que importan a la población, como el cuidado del medio ambiente y servicios de calidad. En las cuestiones importantes, los propietarios pueden decidir por sí mismos: en 1989 SMUD preguntó a los ciudadanos-propietarios si la única central nuclear propia debía seguir o si, por el contrario, se debería plantear buscar un nuevo camino hacia energías alternativas. La mayoría de los proveedores se decantó por cerrar la central nuclear en favor del uso masivo de otras fuentes de energía ecológicas. El éxito de esta decisión «soberana» se aprecia hoy en día con claridad.
  • Los suizos obtuvieron vía democracia directa un éxito similar en medio ambiente. En los años ochenta el gobierno quería reducir la red ferroviaria y privatizarla, como en Alemania. Pero en Suiza el pueblo soberano ejerció su derecho de veto. El presupuesto previsto de miles de millones para la construcción de carreteras se desvió para la construcción de vías ferroviarias. Suiza cuenta hoy por hoy con el mejor y más valorado sistema ferroviario del mundo.
  • En la ciudad brasileña de Porto Alegre se elabora el presupuesto comunal con la intervención de la población («presupuesto participativo»), y el servicio de suministro de agua se ha organizado como una «Public Popular Partnership» (asociación pública popular). En esta alternativa PPP trabajan conjuntamente la administración municipal y la población. El resultado es igual de sensacional que en California: un 99 por ciento de la población está conectado a la red de agua potable, el índice de acometidas del canal ha alcanzado un 70 por ciento. Gracias a que los ricos que riegan sus campos de golf o llenan sus piscinas tienen que pagar fuertes tarifas que aumentan progresivamente, no sólo los pobres son abastecidos con agua potable con tarifas reducidas, sino que además la empresa popular no necesita ayudas del presupuesto comunal: sin un céntimo del dinero de los impuestos.
Una asamblea democrática para los servicios públicos podría definir los ámbitos de negocio que pertenecen al sector público del bienestar y fijaría las reglas de gestión para su organización.
Fuente: Christian Felber: «La Economía del Bien Común». 2012

Puedes profundizar más en el papel de los bienes democráticos en un artículo anterior, publicado en nuestra web:

El papel de los bienes democráticos en las comunidades del bien común

RASGOS FUNDAMENTALES DE LA ECONOMÍA DEL BIEN COMÚN 1: Valores

RASGOS FUNDAMENTALES DE LA ECONOMÍA DEL BIEN COMÚN 2: Giro radical del marco legal económico

RASGOS FUNDAMENTALES DE LA ECONOMÍA DEL BIEN COMÚN 3: El balance del bien común es el prioritario

RASGOS FUNDAMENTALES DE LA ECONOMÍA DEL BIEN COMÚN 4: El crecimiento económico deja de ser un fin

RASGOS FUNDAMENTALES DE LA ECONOMÍA DEL BIEN COMÚN 5: Cooperar en lugar de competir

RASGOS FUNDAMENTALES DE LA ECONOMÍA DEL BIEN COMÚN 6: Democratización de la empresa

RASGOS FUNDAMENTALES DE LA ECONOMÍA DEL BIEN COMÚN 8.1: Un sistema financiero diferente. Unión Monetaria global y moneda local

RASGOS FUNDAMENTALES DE LA ECONOMÍA DEL BIEN COMÚN 8.2: Un sistema financiero diferente. Una banca democrática

RASGOS FUNDAMENTALES DE LA ECONOMÍA DEL BIEN COMÚN 9: Cuidado del medio ambiente

RASGOS FUNDAMENTALES DE LA ECONOMÍA DEL BIEN COMÚN 10: Trabajar menos para que trabajen todos (y vivan mejor)

RASGOS FUNDAMENTALES DE LA ECONOMÍA DEL BIEN COMÚN 11: La educación como motor del cambio

EL PAPEL DE LOS BIENES DEMOCRÁTICOS EN LAS COMUNIDADES DEL BIEN COMÚN

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Nuestro movimiento, la Economía del Bien Común (EBC) ha experimentado una gran progresión desde que C. Felber publicara las bases en 2010. En los últimos años se han creado asociaciones nacionales y regionales, campos de energía y empresas en más de 30 países. Los primeros municipios se han declarado institucionalmente favorables al proceso que promovemos y ya adoptan medidas como incluir el Balance del Bien Común (BBC) en los pliegos de contratación o compra públicas. El 17 de septiembre de 2015 un Dictamen del Comité Económico y Social Europeo (CESE) aprobó con el 84% de los votos impulsar el desarrollo de políticas encaminadas al establecimiento de las medidas emblemáticas de la EBC como modelo de sostenibilidad y de cohesión social, en sus propias palabras, entre ellas, el BBC, instando a la Comisión Europea a tomar el relevo en su impulso, por lo que esperamos directivas europeas al respecto en los próximos tiempos.

Además de prosperar en el ámbito de las empresas y de los municipios, tenemos ahora la oportunidad de avanzar en el ámbito del tercer sector, la sociedad civil, a través de la propuesta que defiende nuestra AFEF-EBC de trabajar conjuntamente y de manera conectada las Comunidades del Bien Común con los Bienes Democráticos. Desde este punto de vista, nuestro foco de atención se sitúa en que una comunidad se orienta al Bien Común cuando, además de promover la compra en comercios EBC, implementar su propio balance (comunitario) o desarrollar un Índice de Calidad de Vida, asume la gestión de aquella parte de los bienes que más directamente se relacionan con la dignidad y los derechos humanos as a commons, es decir, como bienes comunes (o comunitarios), proporcionando las bases materiales para unas condiciones de vida mínimamente y sólo mínima­mente, para no cercenar la economía de mercadoaceptables desde un punto de vista meramente humano. Para delimitar los sectores implicados como bienes democráticos disponemos de cuatro vías:

  1. La vía socio-histórica. Un rápido análisis de las grandes discontinuidades en la evolución humana nos devuelve la aparición de algunos de los sectores: la vivienda conectada a la agroecología (Neolítico); los sistemas de irrigación y gestión del agua (Edad de los Metales: Mesopotamia, Nilo, Indo), el transporte y la energía eléctrica (Revolución Industrial), e internet (Sociedad-Red actual).
  2. La vía económica. Los bienes comunitarios constituyen una forma altamente eficiente de gestión económica, como demuestra la primera mujer ganadora del Nobel de Economía (Ostrom, 2009) y satisfacen necesidades humanas básicas.
  3. La vía política. La democracia en las comunicaciones está desencadenando la democratización acelerada de la economía (economía circular, consumo colaborativo…) y está elevando las exigencias de democracia y transparencia (democracia participativa y directa).
  4. La vía jurídica. En las democracias europeas las constituciones funcionan como un principio de división que genera la categoría de “derecho funda­mental”, que se declara previamente a la puesta en marcha del juego democrático. Los Bienes Democráticos vienen a extender este principio de división al ámbito de la economía pues se declaran con anterioridad a la puesta en marcha del juego del libre cambio, para los bienes más indispensables.

La comunidad, comenzando desde el nivel vecinal hacia los arriba siguientes (barrio, localidad, comarca…), participará así proactivamente, en la gestión de los sectores de la energía y el agua, internet y agro-ecología, en una primera etapa, mediante la cooperación en empresas máximamente democráticas (sociedades cooperativas de bienes democrá­ticos). Nuestras futuras Comunidades del Bien Común son fundamentalmente comunidades resilientes, por cuanto no se encuentran ya en manos de los grandes intereses (grandes empresas) como tampoco dependen de las políticas sociales de las administraciones. Aportamos una metodología práctica con una hoja de ruta concreta construida sobre bases de resiliencia comunitaria generativa.

Este nuevo esquema proporciona las bases para un nuevo “contrato social”, según el cual, la vida humana está provista de dignidad con anterioridad a cualquier otra condición o consideración. Dentro del conjunto de los bienes comunes (o comunales) encontramos los bienes naturales (o ambientales) a proteger; los bienes neutros, que acondicionan la naturaleza a la experiencia humana, como el espacio público de las ciudades; los bienes democráticos, que se gestionan comu­nitariamente para proporcionar la satisfacción del tramo inferior de las necesidades humanas básicas, y los bienes públicos, que cierran el conjunto de los bienes a proteger del interés privado; a continuación, prosigue el vasto océano de los bienes de consumo, gestionados de modo ordinario y según las reglas de mercado.

Nuestra propuesta puede verse como un plan vertebrador de acción a medio plazo, que haga efectivo un rescate ciudadano de largo alcance que pretende sentar las bases de un modelo de gestión para los bienes más indispensables. No podríamos elevar nuestra propuesta a los gobiernos sin contar con el consenso de las personalidades y entidades que han generado las líneas maestras de discurso y acción en nuestro país en los últimos años. Para lograrlo con las mayores garantías hemos de contar con un Panel de Expert@s, que articula la participación de las personalidades y entidades más destacadas en cada uno de estos sectores.